Cuando el Miedo No Se Va: ¿Es Mío o lo Estoy Absorbiendo?
- 6 abr
- 5 Min. de lectura
Con conversaciones entre mamás, como las de la semana pasada… Conferencias sobre prevención, llenas de datos duros que te dejan pensando… Noticias que, aunque no veas, igual te alcanzan… Y el día a día en la escuela —propia o ajena, de tus hijos o de los hijos de las comadres— el miedo puede colarse sin que te des cuenta… e invadirte.
Hoy te invito a reflexionar sobre él.
Hay miedos que nos habitan en silencio.
Miedos antiguos, heredados.
Miedos que no se explican con palabras, pero que se sienten en el cuerpo:
en la tensión, en el impulso de gritar o de huir,
en la rigidez o en el deseo de controlarlo todo.
Hay miedos que vienen de experiencias reales…
Y hay otros que no son tuyos. Los absorbiste.
Y aunque los vivas con fuerza, no son tuyos para cargarlos.

Tu cuerpo tiene una forma única de relacionarse con el miedo
En Diseño Humano, hay un centro que está muy relacionado con esto: el bazo.
Este centro habla de nuestro instinto de supervivencia, nuestra salud, nuestra capacidad de sentir el peligro, la intuición corporal… y sí, el miedo.
Cuando ves tu gráfico de Diseño Humano, notarás que algunos centros están coloreados (definidos) y otros blancos (indefinidos o abiertos).
Un centro definido (coloreado) es una parte de ti estable y consistente. Ahí tú emites energía.
Un centro indefinido o abierto (blanco) es un lugar donde no tienes una forma fija de operar. Ahí estás abierta a absorber la energía de otros y del entorno, y a veces, a amplificarla.
¿Qué pasa cuando tienes el bazo definido?
Vivir con el bazo definido es vivir con una sensación corporal constante sobre lo que es seguro o no.
Tu sistema está afinado a percibir el miedo con una lógica propia. Puedes tener uno o varios miedos recurrentes, y tender a confiar en tus intuiciones o en lo que “sientes en el cuerpo”.
Sombra
Apegarte a tus miedos como verdades absolutas.
Dejar que tu cuerpo tome las decisiones desde el miedo (y no desde tu autoridad real).
Confiar ciegamente en tu intuición sin esperar claridad o confirmación si no es tu forma de decidir.
Luz
Reconocer tus miedos como señales, no como límites.
Darle espacio a tu intuición, pero aprender a escuchar cuándo es miedo y cuándo es guía.
Aprender a distinguir entre lo que tu cuerpo percibe como real peligro… y lo que es solo una huella del pasado.
¿Te acuerdas que la semana pasada te decía que dudaba si ver o no ver la serie?
Que aunque sabía que no era fuerte, algo en mí se resistía…
Bueno, es justo por esto.
Yo tengo el centro del bazo definido.
Eso significa que mi cuerpo tiene una forma constante de percibir el miedo.
No necesito que algo sea objetivamente peligroso para sentirlo:
mi cuerpo lo registra, lo anticipa, lo presiente.
Y a veces eso me paraliza.
Otras veces, me enciendo por dentro: me enojo, me frustro, entro en ese espiral de lucha interna que parece no tener salida.
Conocer esto me ayudó a darme cuenta de que no se trata de forzarme a "superar mis miedos", sino de aprender a escuchar esa voz… y luego elegir desde otro lugar.
Aunque por supuesto, no siempre lo logro, y está bien. (Sabes que esta parte es retadora para mi 😊)
¿Qué sí puedes hacer?
Anotar tus miedos y ver si se repiten siempre bajo el mismo patrón.
Observar cómo tu cuerpo responde en lugares o con personas nuevas: ¿hay una contracción o una apertura?
No tomar decisiones importantes en medio del miedo. Respira, suelta, y vuelve cuando estés en calma.
¿Y si tienes el bazo indefinido o abierto?
Tener el bazo indefinido es vivir muy sensible al miedo de los demás.
Es como tener una antena que detecta el miedo del entorno... y muchas veces, lo amplifica.
Puedes sentir miedo repentino sin saber por qué, o quedarte atrapada en estados de ansiedad que ni siquiera son tuyos.
Sombra
Paralizarte por miedo ajeno.
Tomar decisiones para calmar el miedo de otro, no el tuyo.
Quedarte pegada a relaciones o ambientes por miedo a soltar.
Aparentar seguridad cuando por dentro estás sintiendo todo con mucha intensidad.
Luz
Ser un espejo consciente que detecta el miedo en los demás sin hacerlo propio.
Aprender a soltar lo que no es tuyo con suavidad.
Convertirte en un canal de sanación al reconocer el miedo sin juicio.
¿Qué sí puedes hacer?
Observar cuándo el miedo aparece: ¿es tuyo o apareció con alguien más?
Escribir o hablarlo: muchas veces, al expresarlo te das cuenta de que no era tuyo.
Rodearte de ambientes tranquilos para regular tu sistema nervioso.
Elegir conscientemente con quién pasas tiempo, especialmente si eres muy sensible a las emociones ajenas.
Entender esto cambia tu forma de vivir
Porque el miedo ya no es un enemigo ni un peso sin nombre. Es solo una señal. Un código energético que puedes leer con más conciencia.
Ver tu gráfico de Diseño Humano te puede dar una pista valiosa sobre cómo estás diseñada para procesar el miedo:
¿Es algo que vives desde dentro, de forma estable?
¿O algo que absorbes y puedes aprender a soltar?
¿Y si esto también te ayuda a comprender a tu hijo?
Tal vez al leer esto pienses en ti…
pero también en ese hijo o hija que parece asustarse por todo.
O que se enoja, se resiste, se frustra sin explicación aparente.
El miedo también se expresa en la infancia.
A veces con llanto, otras con rigidez, silencio o necesidad de controlar.
Conocer si tu hijo tiene el bazo definido o indefinido puede darte una pista poderosa:
Si lo tiene definido, quizás tenga un miedo más interno, más constante, difícil de mover.
Si lo tiene indefinido, puede estar absorbiendo el miedo de la escuela, de sus amigos… o incluso el tuyo.
Y verlo no es para etiquetar, sino para acompañar desde un lugar más amoroso y realista.
Con más conciencia. Con más libertad.
¿Quieres ver cómo es tu diseño (o el de tus hijos)?
Descárgalo gratis aquí:
Solo necesitas tu fecha, hora exacta (viene en acta de nacimiento o registro de hospital) y lugar de nacimiento.
Al abrir el gráfico, busca el centro del bazo: está a la izquierda del centro del corazón, con forma triangular.

Si está en color, lo tienes definido. Si está blanco, es indefinido.
Si te resuena este tema, guárdalo.
Y si te ayudó, compártelo con otra mamá que también esté lista para entender su miedo desde otro lugar.
Gracias por leerme.
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Con amor,
Silvia
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