La Huella de Papá que Aún Vive en Ti
- 15 jun
- 4 Min. de lectura
Hoy hacemos una pausa en la serie de blogs que he estado compartiendo estas semanas.
Volveremos la próxima semana con el siguiente tema, pero hoy… quiero detenerme contigo aquí.
Porque, en muchos países, hoy domingo es Día del Padre.
Más allá de cómo haya sido tu relación con tu padre, la figura paterna habita algo profundo dentro de nosotros.
No se trata solo de tu historia con él, sino de lo que esa figura representa en tu interior:
la guía, la presencia (o ausencia), la fuerza, la estructura… o la búsqueda de todo eso.
Para algunas, este día trae recuerdos cálidos.
Para otras, un silencio incómodo.
A veces hay agradecimiento, a veces resentimiento. A veces todo junto.
Y está bien.
No necesitas sentir lo que no sientes.
No necesitas justificar lo que sí sientes.
Pero sí puedes darte un espacio para mirar.
No al padre ideal. Sino al padre que tuviste. O al que no estuvo.
A lo que sí hubo.
A lo que faltó.
A lo que dolió.
A lo que aprendiste.
A lo que elegiste repetir.
Y a lo que hoy eliges transformar.
Porque honrar no siempre significa aplaudir.
Honrar también puede ser tomar consciencia.
Ver con otros ojos. Agradecer lo que nos hizo crecer.
Y dejar de cargar lo que ya no toca cargar.

Cuando Hay Algo No Resuelto con Papá…
Honrar al padre no significa justificar lo que hizo o dejó de hacer.
No se trata de forzar una reconciliación externa, cuando no la hay, ni de tapar el dolor con gratitud forzada, si es que hay dolor.
Se trata, más bien, de mirar con honestidad lo que esa relación dejó en ti… y, si algo aún se mueve por dentro, abrir espacio para algo nuevo.
Porque cuando esa relación permanece llena de juicio, dolor o rechazo,
pueden aparecer bloqueos en áreas de tu vida que, a simple vista, parecerían no tener relación con él.
Por ejemplo:
Puedes sentir que te cuesta confiar: en la vida, en las personas, en que algo bueno puede sostenerse… e incluso en los hombres.
Puedes vivir una lucha constante con el éxito o el dinero, como si algo en ti no se sintiera cómoda tomando más de lo que le dieron… o incluso creyendo que no lo merece.
Puedes repetir con tu pareja o tus hijos dinámicas que viviste con él, aunque hayas jurado que harías las cosas distinto.
Puedes sentirte confundida, sin dirección clara, como si algo dentro de ti estuviera apagado o sin fuerza.
O incluso sentir una tristeza de fondo, una sensación de vacío, de no pertenecer del todo.
Y quizás nunca lo habías relacionado con él.
Sobre todo si creciste en un entorno donde la relación con papá era “buena” porque no había conflictos evidentes, aunque tampoco había cercanía.
En muchos hogares latinoamericanos, la figura paterna ha sido más bien lejana, ausente emocionalmente o simplemente “el que provee”.
Y como eso se vivió como normal, muchas mujeres no cuestionan esa distancia… hasta que algo en su vida adulta comienza a sentirse limitado y no saben por qué.
A veces el tema no es con tu papá directamente, sino con cómo tu mamá se relacionaba con el suyo, o incluso con cómo las mujeres de tu árbol han sostenido heridas con la figura paterna por generaciones.
Y así, sin darte cuenta, puedes estar repitiendo una lealtad invisible, creyendo que no necesitas a papá, que puedes sola, que es más seguro no confiar.
Pero esa distancia, que parece costumbre, también puede ser una herida no dicha.
Tomar a Papá es Tomar una Parte de Ti
Sanar la relación con papá no es solo un acto simbólico…
Es también una forma de tomar el lugar que te corresponde en tu propia vida.
Porque él no solo está allá afuera. Vive en ti.
La energía del padre forma parte de tu mundo interno.
Es la que te ayuda a poner límites, a tomar decisiones con firmeza, a proteger tu espacio, a decir que no, a sostener lo que inicias.
Es tu dirección, tu estructura, tu impulso hacia fuera.
Y cuando vives en juicio hacia él, aunque sea en silencio, muchas veces estás rechazando también esa parte en ti.
Quizás lo veas así:
Te cuesta tomar decisiones sin dudar de ti misma.
No logras terminar lo que empiezas.
Sientes que estás cansada de sostener todo sola… pero no sabes cómo pedir ayuda o dejarte apoyar
Te sientes muy en lo femenino, pero desorganizada, sin foco, sin dirección clara.
Y entonces, el femenino también se agota.
Porque el femenino interno necesita un masculino que la sostenga con amor y presencia.
No uno que la domine, sino uno que la acompañe.
Cuando tomas al padre (internamente, no necesariamente en la relación externa), te reconcilias con tu capacidad de acción, de decisión, de presencia.
Y ahí, el adulto en ti puede emerger con más fuerza.
Esto no es solo para ti.
También es para tus hijos.
Con tu hijo: puedes dejar de proyectar la herida que tuviste con papá, y empezar a verlo como es, no como “el hombre que puede fallar”.
Con tu hija: puedes mostrarle con el ejemplo que es posible confiar, tomar su lugar, y no tener que endurecerse para protegerse.
Este movimiento no se trata solo de papá.
Se trata de ti, de tu energía, de cómo eliges vivir lo que heredaste.
Porque cuando dejas de vivir desde la hija herida, que exige, rechaza o espera algo que quizás ya no llegará,
puede aparecer la adulta en ti: la que honra su historia sin quedarse atrapada en ella,
la que toma lo que hubo, suelta lo que duele y crea algo nuevo con consciencia.
Cuando dejas de vivir desde la niña herida, puede aparece la adulta en ti.
Y ahí es donde todo empieza a cambiar.
Tu manera de actuar.
Tu forma de sostenerte.
Tu forma de amar.
Y también, tu manera de guiar a quienes vienen después.
Si algo de esto resonó en ti, y sientes que es momento de mirar hacia adentro con más profundidad, puedo acompañarte a transitar ese proceso e integrarlo desde un lugar amoroso y consciente.
Con amor,

Si te compartieron este blog y te gustaría recibirlo cada semana, puedes registrarte AQUÍ 👈👈
Comments