La Ilusión del Control
- 1 jun
- 3 Min. de lectura
“Quiero empezar a dar sesiones, pero no me siento lista.”
“Quiero abrirme a conocer gente, pero no me siento lista.”
“Quiero empezar a hacer esto profesionalmente, pero no me siento lista.”
“Quiero ser más constante, y tengo todo para hacerlo… pero no lo hago.”
"Quiero tomar un curso más para empezar."
"No tengo el camino completo claro."
Estas son frases que escucho muy seguido en sesiones uno a uno.
Y es que a veces sentimos que no podemos dar un paso más.
Que no hay claridad. Que no es el momento.
Que “todavía falta algo” para poder avanzar.
Y ahí nos quedamos.
Esperando que todo esté en orden,
que la mente tenga certezas,
que el miedo desaparezca,
o que al menos podamos sentirnos seguras y listas.
Pero muchas veces esa espera no es real calma, sino una forma muy sutil de control.
El control muchas veces no se ve como “control”.
Se disfraza de lógica, planeación y responsabilidad.
De esa vocecita que te dice:
"mejor espérate tantito más",
"no lo hagas hasta que estés segura",
"cuando todo esté claro, entonces sí...",
“Necesitas verte más profesional.”
“¿Quién eres tú para hacer esto? Necesitas prepararte más.”
Pero la claridad no siempre llega antes del movimiento.
Muchas veces, solo se revela después de dar el primer paso.
Y si esperamos a que no haya miedo, duda o confusión…
puede que nos quedemos esperando toda la vida.
Toda la vida.
Toda tu vida.
¿Has notado lo rápido que pasa el tiempo últimamente?
La vida no espera.
La vida es HOY.
Lo más curioso es que esa pausa constante se siente como protección,
pero en realidad es una forma muy sutil de postergación.
No porque no sepamos qué hacer,
sino porque nos da miedo avanzar sin garantías.
El problema no es no tener el control.
El problema es creer que deberíamos tenerlo.
Y cuando nos aferramos a esa idea, cuando queremos tener todo resuelto para avanzar, le cerramos la puerta a la vida misma, que es constante cambio, giros, espirales.
No una línea recta.
(Aquí me voy a poner un poco técnica…)
Desde la geometría, una línea recta es lo más simple… pero también lo más rígido.
Una espiral, en cambio, es movimiento en expansión.
Parece que gira sobre lo mismo, pero cada vuelta es diferente.
Más amplia. Más profunda.
Así también crecemos nosotras: no hacia adelante sin mirar atrás, sino en espiral… volviendo a temas, emociones, situaciones, pero cada vez desde otro lugar.
Y sí, todo esto también tiene una explicación biológica.
Esta necesidad de “estar listas antes de avanzar”
viene de nuestra parte del cerebro más primitiva:
la que busca seguridad.
Uff… gran tema.
Para esa parte de nuestro sistema,
dar un paso hacia algo desconocido es igual a:
“¡ALERTA! PELIGRO”
Esa reacción no es falla.
Es parte de nuestra naturaleza humana.
La mente busca protegernos.
Quiere evitar el riesgo, el error, lo incierto.
Y sí, dije nuestra parte HUMANA.
Porque a veces se nos olvida.
No somos máquinas perfectas, ni superheroínas. Somos humanas.
Y eso incluye miedo, duda, lentitud, pausa.
Y también… una capacidad infinita de avanzar desde ahí.
El siguiente paso no se ve claro desde la mente,
pero empieza a revelarse cuando nos movemos.
Y es justo ahí donde aparece la claridad:
en la acción, no en la espera.
Así que si últimamente te has sentido
“no lista”,
“no segura”,
"que parece que no avanzas",
“no del todo clara”...
No estás rota.
No estás tarde.
Y no estás sola.
Estás exactamente en ese punto donde muchas veces se esconde el crecimiento:
el borde entre la pausa protectora y el primer paso valiente.
Y para ayudarte a cruzarlo sin forzarte,
te preparé una herramienta muy sencilla,
pero con el potencial de marcar un antes y un después.
👉 Si sentiste que este texto habló de ti,
acá te comparto una práctica sencilla que puede ayudarte a avanzar:
Es un gesto.
Un movimiento suave.
Un permiso.
A veces, eso basta para volver a caminar.
Con amor,
💖 Si te compartieron este blog y te gustaría recibirlo cada semana, puedes registrarte AQUÍ 👈👈
Comments