Cuando Empujar Lo Aleja Más
- 22 jun
- 3 Min. de lectura
Hay momentos en que ya soltaste el control, tomaste una pausa, respiraste hondo, hiciste espacio, pero... ¡nada cambia!
Lo que deseas no llega.
Y esa sensación de frustración empieza a colarse por las rendijas.
Entonces, sin darte cuenta, vuelves a insistir.
Pero esta vez, no es la fuerza de tu alma tocando una puerta desde la claridad interna.
Es la de tu mente apretando los dientes, esperando que pase “algo” para sentir alivio.
Es ese impulso sutil de empujar, de forzar, de volver a hacer...
como si haciendo más, o esperando que el otro cambie, finalmente las cosas se fueran a mover.

Y a veces, sin querer, confundimos constancia con necedad.
Compromiso con tensión.
Deseo con apego.
Porque sí, hay una energía hermosa en la insistencia…
pero solo cuando nace de un lugar alineado con tu ser: amoroso, en coherencia, y en sintonía con tu propia sabiduría interna.
Insistir desde la conexión se siente como un río fluyendo.
Insistir desde el miedo se siente como remar contra corriente.
Y aquí está la diferencia:
¿Estás siguiendo tu verdad… o estás tratando de controlar el resultado desde otra forma más sutil?
Cuando el alma ya sabe, pero el ego no suelta
A veces creemos que soltar el control es solo dejar de hacer.
Pero también hay que soltar la tensión interna, el apuro escondido, la urgencia silenciosa.
Esa que nos hace pensar que si no pasa hoy… tal vez nunca pasará.
Y entonces la energía que rodea tu deseo se empieza a cerrar, a contraer, a bloquearse.
Porque lo estás sosteniendo con ansiedad… y lejos de tu centro.
Y eso... también pesa.
Lo que queremos no llega muchas veces
porque lo estamos apretando en la mano como si se fuera a escapar.

Y la vida no entra donde hay puño cerrado.
La paradoja: a veces avanzar es soltar otra vez
Este escrito no es para que dejes de querer lo que quieres.
Es para que te des cuenta si, sin querer, estás empujando.
Porque a veces la insistencia que más te acerca a lo que deseas es la que te invita a volver al centro.
A confiar.
A descansar.
A abrirte.
A dejar de perseguir para empezar a recibir.

Deseo que, como mujer, puedas reconectar con esa parte natural y divina en ti: la que sabe abrirse, sostener y ser el contenedor sagrado de la vida.
Esa parte de tu feminidad que solo tú, por el simple hecho de ser mujer, estás destinada a encarnar.
Y repito: esto no significa quedarte quieta ni conformarte.
Significa abrir espacio a lo más sagrado dentro de ti… y permitir que la vida fluya desde ahí.
Y si sientes que este mensaje resonó contigo, quizá también te hagan bien los pasos anteriores de este recorrido:
¿Te cuesta confiar cuando no controlas todo?
Tal vez te ayude leer La Ilusión del Control
¿Sientes que necesitas hacer más y más para avanzar?
Entonces te puede sostener La Pausa como Fuerza
Porque a veces, para recibir lo que deseamos, no se trata de insistir más fuerte… sino de recordar que tu energía ya es suficiente.
Solo necesitas confiar en tu tiempo, en tu camino…
y en ti.
Que esta semilla crezca donde tenga que crecer.
En ti, en mí, en nosotras.
Porque no estamos separadas.
Nos amo profundo.

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