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El Mejor Regalo que Puedes Dar (y Darte)

  • 21 sept
  • 3 Min. de lectura

🎧 Aquí puedes escuchar el audio del episodio: AQUÍ 👈👈

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Hoy quiero hablarte sobre el mejor regalo que podemos hacernos a nosotras mismas y también a quienes más amamos: nuestros hijos, nuestra pareja, nuestras amigas… en realidad, a todas las personas que forman parte de nuestra vida.


Como ya hemos mencionado antes, con quienes tenemos más roces no es con desconocidos, sino con las personas más cercanas.


En Un Curso de Milagros se les llama relaciones de tercer nivel: relaciones profundas, permanentes, que a la vez representan los mayores retos de perdón y sanación.


Para llegar al regalo quiero compartirte dos historias que, aunque muy distintas, nos dejan una enseñanza poderosa.


A finales de los 90, el nivel de satisfacción de los usuarios del metro de Londres era bajísimo.


Las quejas se acumulaban, y la principal era: que los trenes tardaban demasiado.


Intentaron de todo, gastaron mucho dinero, pero nada funcionaba… hasta que un día encontraron la solución más simple y económica: instalaron pantallas que mostraban cuántos minutos faltaban para el próximo tren.


El tiempo de espera seguía siendo el mismo, pero algo cambió en los pasajeros.


Antes, la incertidumbre de no saber si el tren llegaría los mantenía tensos y ansiosos.


Después, al tener la certeza de que el tren venía, y de que vendría a tiempo, su sistema nervioso se relajaba.


La espera era la misma, pero la experiencia era completamente diferente.


La segunda historia la cuenta Gregg Braden. Hace años, un amigo suyo, descendiente de los pueblos originarios de Nuevo México, lo invitó a un lugar sagrado en el desierto, un antiguo círculo de piedras usado por sus ancestros.


Gregg esperaba ver un baile de la lluvia tradicional, con tambores y cantos, pero su amigo simplemente se quitó los zapatos, entró al círculo, cerró los ojos y permaneció en silencio unos minutos. Al salir dijo: “Ya está hecho”.


Confundido, Gregg le preguntó:

¿No vas a rezar por la lluvia?


El hombre sonrió y respondió:

Si yo rezara por lluvia, estaría afirmando que no la hay. Yo no pido lluvia. Yo siento la lluvia.


Y explicó que dentro del círculo había imaginado el barro pegándose a sus pies, el olor de la tierra mojada, las gotas cayendo sobre los cultivos y el agua escurriendo por su piel.


En su corazón, ya estaba lloviendo.


Eso era rezar por la lluvia: no pedir lo ausente, sino experimentar en cuerpo y emoción como si ya estuviera sucediendo.

El regalo del que te hablo


¿Ves cómo se unen estas dos historias?


El regalo es conectar con la certeza.

La certeza de que el tren sí viene y viene a tiempo.


La certeza de que ya está lloviendo.


Cuando tienes esa certeza, la espera se siente distinta.


Ya no hay lugar para excusas ni para la duda.


Tu manera de actuar cambia por completo, y todo tu entorno lo percibe.


Aplicado a tus relaciones


Si hoy hay algo en tus hijos que te preocupa, elige primero ver su luz, aunque todavía no la puedas ver.


Reza por ellos como si ya estuviera allí. 

Experiméntalo en tu cuerpo y en tu emoción como si ya estuviera sucediendo.


Lo mismo con tu pareja, con tus amigas, con tu entorno.


Pregúntate:

  • ¿Cómo actuarías con tus hijos si tuvieras la certeza de que serán adultos plenos, independientes y conscientes?

  • ¿Cómo amarías a tu pareja si tuvieras la certeza de que su relación será maravillosa y duradera?


Cree en ellos y hazles ese regalo.

Porque aunque no escuchan lo que piensas, te vibran.

Esto me recuerda a una consultante que me decía: “Mis papás no se llevaban nada bien pero nunca se peleaban frente a nosotros.


No vimos nada.” Quizá no vieron nada pero su sistema nervioso claro que detectaba la incoherencia.


Y es que no hace falta hablar: nos vibramos.

La pregunta más importante es: ¿desde qué lugar eliges actuar?


Human vibrating high frequencies

¿Desde la duda, el miedo, la culpa, la incertidumbre… o desde la certeza, el amor y la paz?


No se trata de lo que hacemos, sino desde dónde lo hacemos.


Poner un límite, pedir apoyo, tomar distancia o tener una conversación difícil: cualquier acción cambia por completo según el estado interno desde el cual la realizamos.


Elegir conscientemente este lugar de certeza es el mejor regalo que puedes darte a ti misma y, por añadidura, a todas las personas que amas.


Gracias por estar aquí, por crecer y reflexionar juntas.


Nos leemos en el próximo blog.


Con amor,

ree

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