Cuando el Cansancio No se Quita con Dormir Parte II

hace 3 días
3 Min. de lectura

🎧 Aquí puedes escuchar el audio del episodio: AQUÍ👈👈

📺 Y aquí ver el video en YouTube: AQUÍ👈👈

En el blog pasado te hablé de algo muy común: dormir ocho horas y aun así despertar cansada.

Te conté que no es flojera ni la edad, sino un mensaje que el cuerpo intenta darnos.

Hoy quiero ir un poco más profundo.

Porque el cansancio no aparece de la nada: es un síntoma que se construye poco a poco, y dependiendo de la hora, de tu energía, de tu alimentación y de tu entorno, puede estar señalando diferentes cosas.

Tres capas del cansancio

1. El cuerpo físico

Nuestro cuerpo tiene horarios de reparación.

Entre la 1 y las 3 am, el hígado procesa toxinas y emociones de enojo.

Entre las 3 y 5 am, los pulmones trabajan con la respiración y las tristezas guardadas.

Entre las 5 y 7 am, el intestino grueso nos ayuda a soltar lo que ya no necesitamos.

Despertar a esas horas de manera repetida puede ser una pista.

También influye el sistema nervioso.

Vivimos sobreestimuladas: pantallas hasta tarde, pendientes en la cabeza, cortisol elevado.

Aunque el cuerpo cierre los ojos, no entra en descanso profundo.

Y no es la edad: es el acumulado de años de estrés y hábitos que el cuerpo ya no puede sostener en silencio.

Si a eso sumamos falta de minerales, poca hidratación o alimentación inflamatoria, la reparación se interrumpe.

2. El cuerpo energético

Aquí entra tu diseño energético.

Generadoras y Generadoras Manifestantes: necesitan gastar su energía vital; si no, el cuerpo no logra apagar motores.

Proyectoras: si fuerzan más de lo que su diseño permite, duermen mal aunque estén agotadas.

Manifestadoras: si no expresan su energía creativa, se quedan “encendidas” por dentro.

Reflectoras: su entorno influye tanto que dormir en un espacio que no las nutre afecta todo su descanso.

Y más allá del diseño, también hay tendencias naturales: cuerpos más ligeros que se agitan en la noche, cuerpos con exceso de fuego que despiertan con calor o pensamientos intensos, y cuerpos más densos que pueden dormir horas y seguir cansados.

3. El cuerpo emocional

Las emociones también influyen:

Discusiones de pareja,
Preocupación por los hijos,
La enfermedad de un familiar,
Deudas, cambios grandes, duelos,
Y la autoexigencia silenciosa que nunca descansa.

Aunque duermas, si tu mente no se siente segura, tu cuerpo no baja la guardia.

Otros factores que no parecen importantes (pero lo son)

El entorno: ruido, luz, temperatura, incluso el celular en la mesita de noche.
El movimiento: tanto el sedentarismo como el sobreentrenamiento afectan el descanso.
El ciclo femenino: en fase lútea o en perimenopausia el insomnio se acentúa, no para normalizarlo, sino como señal de ajustes necesarios.
Los microhábitos: café en la tarde, cenas pesadas, poca luz natural en el día.

Recuerda: tu cuerpo no falla

El cansancio no es el enemigo. Es la manera en que tu cuerpo dice: “así ya no puedo sostenerlo”.

Y lo más importante: el síntoma es lo último que grita.

Antes de llegar a este punto, ya había señales más pequeñas, ansiedad, cambios de ánimo, hambre emocional, falta de claridad.

El cansancio es solo el volumen más alto.

Una práctica sencilla (y poderosa)

La misma que te compartí en la parte 1 sigue siendo la puerta: la respiración profunda y el tacto consciente.

No la descartes por sencilla.

Esa pausa abre espacio para escuchar qué hay detrás del cansancio.

Y si quieres dar un paso más, lleva un pequeño diario de síntomas: anota la hora en que despiertas, cómo te sientes y qué estaba pasando en tu vida esos días.

Con el tiempo verás patrones que antes no estaban tan claros.