Sólo siéntelo Silvia, ¿duele?
Sí, mucho.
Permítete sentirlo.
Pero es triste, me siento culpable. No puedo perdonarme.
¿Y si te permites sentir ese dolor, esa tristeza, esa culpa?
Silencio.
Toda esta conversación sucedía dentro de mi cabeza en ese momento en que luchaba con todas mis fuerzas para no experimentar las emociones que llegaban a mí.
Estaba en negación total.
No es de extrañarse que solo quería estar dormida y al mismo tiempo juzgarme y luchar para no dormir.
Pues si lo único que quería era resistir, ¿cuál aceptación de lo que tenía frente a mí?
No quería SENTIR toda esa tristeza, todo ese dolor, toda esa culpa.
Hoy me pongo a pensar, ¿pensar?
🙈 si, así es, tiendo a hacer eso muchoooo.
No por nada me lo recuerdo constantemente:
Siente. Siente. Siente.
🙈 Continúo.
Hoy me pregunto, ¿de dónde venía toda esa tristeza, ese dolor y esa culpa?
De la historia que me contaba. De las palabras que utilizaba para contarme esa historia. Del poder que le daba a esa historia.
“Estás mal Silvia, no deberías sentir eso, hay que ser feliz”
“Estás mal Silvia, ¿por que te duele? No aguantas nada”
“Es tu culpa, si tu lo decidiste sola, ahora te aguantas”
“Es por ti que sucedió todo”
“Nadie te obligó a nada”
“¿Para qué tomaste esas decisiones?”
…
…
…
¿Qué cambia todo?
Dar el primer paso.
Que primero que nada hay que reconocer y aceptar que no estoy aceptando la experiencia, situación, persona, pensamiento, emoción o circunstancia presente.
Primer paso.
La aceptación.
Pero NO de eso que no acepto, me duele o no me gusta, sino de ACEPTAR que NO estoy ACEPTANDO.
Silencio.
Suspiro.
La aceptación representa uno de los motores de cambio más impactantes que he experimentado.
Y todavía no hemos llegado a la parte de aceptar eso que nos duele.
¿Puedes SENTIR ese alivio, esa presencia, ese dejar de luchar?