top of page

Dejar de Pelear con el Tiempo

  • hace 6 días
  • 4 Min. de lectura

Hoy te escribo desde Barcelona, y esta pausa de vacaciones me hace reflexionar sobre el tiempo.

Sobre cómo a veces sentimos que deberíamos ir más rápido

cuando en realidad lo que necesitamos es bajar el ritmo.


Escuchar más. Compararnos menos.


Confiar, aunque no haya garantías.

Y es que hay una urgencia silenciosa que muchas llevamos dentro.

Una que no siempre se dice en voz alta…

pero que aprieta con cada notificación en el teléfono, con cada meta no cumplida,

con cada comparación en redes y conversaciones, con cada “¿y tú para cuándo?”.


Esa urgencia no es solo mental: el cuerpo la percibe como una amenaza.

Entramos en modo lucha y huida, segregamos cortisol, y si esa tensión se vuelve constante, puede incluso impactar órganos sensibles como la tiroides, en algunos casos.


Y todo por sentir que vamos tarde.

Que no estamos haciendo lo suficiente.

Que algo en nosotras debería estar más avanzado.


Relojes de Salvador Dali

Es la sensación de que ya deberías estar más allá.

Que si lo estás haciendo bien, deberías ir más rápido.

Que si aún no lo logras, es porque algo estás haciendo mal.


Pero ¿y si no es así?

¿Y si hay procesos que no se miden por la velocidad

sino por la profundidad con la que los vives?


Hay formas de avanzar que no se ven.

Formas de crecer hacia adentro.

Decisiones que no hacen ruido, pero cambian todo.


Porque lo lento no es sinónimo de estancado.


A veces, es justo lo contrario: es madurez.


Es respeto por tu ritmo.


Es honrar el ciclo real que tu alma necesita,

no el que dicta la agenda externa.

Ni esos “deberías de…” que se repiten de generación en generación,

y que a veces seguimos sin darnos cuenta.


Muchas veces esos “deberías” no vienen de ti.

Lo que tu madre, tu abuela, tus maestras o tus culturas dijeron que es “ser una mujer valiosa”.


Y cuando no cuestionas esos ritmos impuestos, puedes vivir midiendo tu vida con reglas que ni siquiera elegiste.


Además, dando por hecho lo que SI tienes, lo que SI está y pasando por alto la gratitud de tu presente.


Hay árboles que tardan años en florecer…

y cuando lo hacen, su raíz es tan sólida que ningún viento puede derribarlos.


Al entrar en la aceptación de tu presente, del lugar donde te encuentras ahora, te permites iniciar el proceso de echar raíces.


De crecer.


De expandir tu consciencia.


De aprender el mensaje que la vida te da a través de tu cuerpo… y el tiempo que no siempre es como tú lo quisieras.


Y eso no se ve desde fuera.

Pero se siente. Y se sostiene.


Es el cambio interno el que hace toda la diferencia.


Este blog no es una invitación a quedarte quieta, quizá por miedo o por conformismo.

Sino a dejar de correr por ansiedad.


A confiar que también en lo lento hay movimiento, mientras lo permitas y dejes de resistir.

Que lo que no se ve también está creciendo si así lo decides.


Que no todo se mide en resultados visibles,

y que tu cuerpo, tus emociones, tus silencios… también cuentan.


A veces el cambio verdadero no grita.


No publica.


No presume.


Se siente.


Se vibra.


Y si hoy no puedes verlo del todo, pero notas cambios en ti como:

  • te escuchas más antes de decir que sí,

  • agradeces lo que es y está,

  • haces pausas para sentir lo que antes evadías,

  • ya no te exiges avanzar al ritmo de otras,

  • sostienes decisiones con disciplina aunque no veas resultados inmediatos,

  • ya no te comparas como lo hacías antes,

  • o eliges confiar aunque aún no tengas todas las respuestas…


Entonces, no estás detenida.


Estás habitando tu camino.

Estás aprendiendo a vivir desde otro lugar.


Uno más tuyo. Más presente. Más en paz. Más pleno.


Y eso… también es avanzar.


Y si alguna vez la duda y la ansiedad te visitan de nuevo,

puedes usar esta práctica breve para regresar a tu centro:

  1. Siéntate con los pies en el suelo, cierra tus ojos.

  2. Lleva tus manos al pecho y respira tres veces profundamente.

  3. Repite para ti:

    "Estoy en el tiempo perfecto para mí. Suelto y confío que nada se está tardando, todo se está preparando. Gracias, estoy donde tengo que estar. Me abro a habitar mi presente en plenitud y disciplina."


Hazlo cada vez que sientas que te estás empujando desde la ansiedad y la resistencia.


Yo también sigo aprendiendo a confiar en mi ritmo.

A soltar la urgencia. A recordar que no estoy tardeestoy viva, en proceso.


Eligiendo perdonar, transformar, aceptar y/o incluir eso que la vida me está pidiendo.


Ojalá estas palabras te acompañen como una pausa, como un abrazo, como una semilla que se queda contigo y te devuelva a tu centro cuando el ruido externo se vuelva más fuerte.


Con amor,

Firma de Silvia Aguilar

Si te compartieron este blog y te gustaría recibirlo cada semana, puedes registrarte AQUÍ 👈👈


 
 
 

Comentários


bottom of page