"Flying V"
- 25 may
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 26 may
“Flying V!”
Grita Gordon (Emilio Estévez) y el equipo entero de Mighty Ducks [Video] se reconfigura sobre la pista de hielo.
Patines alineados, energía sincronizada, todos avanzando como si fueran una sola mente.
Una “bandada” (Grupo de aves que vuelan juntos) de niños en formación perfecta, desafiando las reglas del juego.

Y yo, de 12 años del otro lado de la pantalla, con el corazón en la garganta.
Esa escena me encantabaaa.
La viví.
La sentí.
Lo que no sabía es que esa "V" no era sólo parte de la película.
Un día entre una de tantas veces que mi hermano y yo veíamos la película (antes veíamos las películas hasta sabernos los diálogos de memoria), iba en el carro, volteé al cielo… y ahí estaba.
Una verdadera formación en V.
Pájaros reales, volando como en la película.
Me quedé en shock, maravillada.
No sabía que eso pasaba en la naturaleza. Pensé que Mighty Ducks se lo había inventado.
Pero no.
Era real.
Y desde entonces, esa imagen nunca me ha soltado.
Hoy, muchos años después, mientras transito y aprendo sobre el caos, la resistencia y el fluir en la vida, la “Flying V” vuelve a aparecer como analogía.
Es muy común que en sesiones me hagan preguntas que yo misma me las he hecho en algún momento, frases como:
“¿Cuándo va a estar todo bien?”
“¿Hasta cuándo va a seguir apareciendo esto en mi vida?”
“¿Cuándo se va a terminar esto?”
“Eso ya lo trabajé y sigue en mi vida.”
Estas preguntas suelen surgir desde el dolor.
Desde el juicio.
Desde el enojo, quizá.
Desde esa resistencia a la fricción…
y la creencia de que fricción es igual a sufrimiento.
Pero he descubierto algo:
el sufrimiento no nace de la fricción, sino de la resistencia.
De querer que las cosas no cambien.
De aferrarnos a que la vida sea una línea recta, predecible, permanente.
Y me atrevería a decir que ni siquiera el dolor es inevitable.
Con práctica, conciencia y presencia, hay momentos de fricción que ya no duelen.
Solo se sienten como ajustes. Como movimientos naturales de la vida expandiéndose a través de ti.
¿Y si nos abrimos a la idea de que el dolor no es sinónimo de crecimiento?
Lo que realmente duele es seguir persiguiendo la permanencia en un universo que solo sabe moverse.
Hoy quiero invitarte a hacer las paces con la fricción.
A dejar de temerle al caos.
A comprender que esos momentos que parecen desorden…
solo están abriéndote paso a algo nuevo.
Algo más alineado.
Más tú.
Y lo que muchas veces sentimos como “retroceso” o “desvío”
es en realidad una vuelta amorosa hacia el camino más hermoso que puedes tomar:
el tuyo.
Porque esa “vida de tus sueños” no es una meta lejana y rígida.
Es un camino lleno de vueltas, de formas inesperadas,
que se revela solo cuando te atreves a soltar la idea de cómo debería ser.
¿Y qué pasó con la “flying V”, Silvia?

Pues precisamente, los pájaros que forman la V en el cielo, que no solamente es una figura sino una figura en movimiento.
Cuando una bandada vuela, no lo hace al azar. Especialmente cuando se juntan cientos. [Video]
Cada pájaro bate sus alas generando una fricción en el aire…
…y esa fricción es lo que permite que los otros encuentren su lugar.
Esa micro turbulencia, ese pequeño caos, es lo que permite el orden.
Lo mismo pasa en la vida.
Pensamos que el conflicto es un error. Que la incomodidad es mala señal.
Pero no es así.
La fricción no es el problema. Es la puerta.
Sin fricción, no hay resonancia.
Sin resonancia, no hay evolución.
Sin caos, no hay nueva forma.
El dolor llega cuando queremos que nada cambie.
Cuando nos resistimos a que la vida nos acomode en otra posición.
Pero si nos abrimos a esa turbulencia, aparece algo más:
dirección, forma, armonía interna.
Cada vez que sentimos fricción—en relaciones, decisiones, momentos de duda—es la vida pidiéndonos reacomodarnos.
Ajustar el ritmo. Cambiar la figura.
Somos geometría viva. En movimiento constante.
Y como triángulos en colapso armónico, nuestras intenciones, decisiones y emociones se cruzan para crear algo nuevo a través de la resonancia.
La fricción entre alas no es un error del vuelo.
Es el vuelo.
Y cuando lo ves así… puedes preguntarte:
¿Qué nueva figura está tratando de emerger en el cielo de mi conciencia?
Deseo estas palabras te acompañen, como a mi me acompañó escribirlo.
Este tipo de mensajes se expanden cuando los dejamos volar. Puedes compartirlo con quien creas que puede encontrar calma al leerlo.
Con amor,

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