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No Hay Nada Malo en Ti

  • 8 sept
  • 3 Min. de lectura

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La semana pasada hablamos del cansancio, de ese agotamiento que a veces no se quita ni con dormir y veo que hay mucho interés por saber qué mensaje hay detrás de los síntomas.

Hoy quiero ir un poco más allá, porque no solo es el cansancio: hay muchos síntomas, físicos y emocionales, que intentamos resolver afuera.

Cambiamos la alimentación, la rutina, el entorno… y claro que eso ayuda.

Pero si ya lo intentaste y sigues sintiendo lo mismo, probablemente ya sabes que hay algo más profundo.

Seguro has escuchado frases como:

  • "El cuerpo habla lo que la mente calla."

  • "Lo que se repite en tu vida no es casualidad."

  • "Como es afuera, es adentro… y viceversa."

Son frases muy poderosas, pero…

¿qué pasa cuando las sabes, las entiendes en teoría, y aun así nada cambia?

Ahí es donde llega la frustración, porque crees que el problema eres tu.

Y no, no eres tú.

mujer con poder

Probablemente hay algo que no estás viendo todavía.

Tal vez te pasa que:

  • Te esfuerzas demasiado y aun así no te sientes suficiente.

  • Has tomado cursos y terapias, pero no logras cambios reales.

  • Tu mente no para, siempre está pensando qué falta por hacer.

  • Quieres soltar el perfeccionismo, pero no puedes.

  • Te comparas con otras mujeres todo el tiempo… viendo como generan cambios y tu no.

Y la conclusión siempre es la misma: “algo debo estar haciendo mal”.

Pero no es que estés mal.

Es que la forma en la que tratamos de resolverlo suele quedarse en la superficie.

Lo que no se habla tanto es que tenemos un sesgo con nuestra propia historia.

Un punto ciego.

Nos cuesta vernos con claridad porque:

  • Resistimos el dolor, nos auto-protegemos de ir profundo por que duele.

  • No queremos perder el beneficio secundario que estamos ganando.

  • O simplemente nos acostumbramos tanto, que lo vemos como normal.

Y claro, ahí nos sobreexigimos todavía más: ‘si ya lo intenté todo y no cambio, el problema soy yo’.

Pero no es así.

Lo que pasa es que solemos mover fichas afuera, o en lo que creemos que es ‘interior’… pero no terminamos de mirar lo que de verdad está sosteniendo esos patrones.

Por eso quiero decirte algo: no es tu culpa.

Hay otra forma de ver las cosas.

Una forma que no empieza en la exigencia ni en la perfección, sino en aprender a habitarte distinto.

Y claro, no se trata de conformarse.

Se trata de aceptar lo que hoy está, sin juicio, para poder transformarlo desde otro lugar.

Cuando lo haces así, los cambios dejan de ser momentáneos.

Dejas de repetir el mismo ciclo de: motivación → esfuerzo → cansancio → frustración.

Si hoy sientes alivio al descubrir que no hay nada malo en ti… respiralo.

No es tu culpa.

Permítete esa sensación de que sí se puede vivir de otra manera, de que las cosas sí pueden cambiar.

Conecta con toda esa fuerza que ya habita en ti.

La fuerza de tus ancestros:

— la firmeza de tu linaje masculino, que está dentro de ti.

— la contención de tu linaje femenino, que también te sostiene.

Y desde este lugar, sabiendo que eres capaz, que tienes fuerza y sostén, de tu linaje, de Dios, de la Fuente, del Universo, puedes dar pasos nuevos.

Pasos desde la aceptación.

Desde la apertura.

Y sobre todo, desde la responsabilidad y el amor.

Si esto resuena contigo, te recomiendo escuchar los episodios 4 y 6 del podcast, donde profundizamos en cómo todo lo que nos sucede es a nuestro favor, y cómo leer esas pistas que nos muestran por dónde dar los siguientes pasos… para realmente atender de raíz lo que estamos viviendo.

Con amor,

ree

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